Wednesday, March 18, 2009

Extinción del fantasma autoritario y desafíos del futuro presidente


Por Joaquín Villalobos - Ex comandante del FMLN / Analista politico


Cuando Ignacio Ellacuría, pocos meses antes de ser asesinado, me dijo que con Alfredo Cristiani se podía firmar la paz, no le creí. Cristiani no venía de la extrema derecha, pero llegó al gobierno montado en ARENA, que en aquel momento era el partido de los escuadrones de la muerte. Cristiani tendió puentes, nosotros los cruzamos, firmamos la paz y esto le permitió controlar y transformar a su partido.


La transformación de ARENA en una derecha democrática cambió radicalmente a El Salvador. El fin de la violencia política gubernamental, el establecimiento de la tolerancia y la libertad de expresión como valores centrales conquistados en la guerra civil de los 80, han hecho posible que ahora el FMLN haya ganado las elecciones y que en minutos ARENA haya reconocido su derrota.
La aceptación de esta derrota disipa el fantasma del autoritarismo de derecha. Se le puede cuestionar a ARENA sus políticas económicas, su egoísmo social o su politiquería polarizante, pero es sin duda un partido democrático.


Hay razones para dudar de que el FMLN sea un partido democrático y para creer que es una fuerza política violenta, intransigente e intolerante. Esto lo demuestran hechos, documentos oficiales, declaraciones y el alineamiento del partido con el modelo cubano y bolivariano. Ese alineamiento le ha permitido al FMLN ser el único partido político latinoamericano que ha ganado decenas de millones de dólares vendiendo diesel mediante un acuerdo con Chávez. En 14 años, vía numerosas escisiones y expulsiones, el Frente pasó de ser una alianza de centro izquierda a ser controlado por el partido comunista.


En El Salvador la derecha no hizo una campaña de miedo, simplemente manifestó un miedo real, sustentado en las expropiaciones venezolanas, en el fraude nicaragüense y en la acciones de los grupos violentos del propio FMLN que amenazaban con incendiar el país si perdían. Si ARENA hubiese ganado por el mismo margen que ha ganado el FMLN, estaríamos ahora enfrentando una violenta crisis.


El Salvador está profundamente dividido, en los inicios de una crisis de gran impacto y bajo una inseguridad que podría convertirlo en un narco-Estado. Así como en el 92, sólo la paz nos dio viabilidad, ahora sólo la concertación nos salva. Hay retos urgentes en economía y seguridad para el nuevo presidente, pero el reto histórico y el más difícil es lograr que El Salvador se convierta en un país políticamente previsible y eso pasa por transformar al FMLN en un partido tolerante y democrático.


El modelo cubano bolivariano va de salida. La primera víctima de esta crisis temporal del capitalismo será el final definitivo del socialismo petrolero del Siglo XXI de Chávez, que arrastrará consigo al régimen cubano. Mal harían los que pretendan seguir los pasos de un cadáver. La paz en El Salvador fue posible, en gran medida, por el fin de la Guerra Fría; el debilitamiento de la chequera del coronel Chávez es, en ese sentido, también una oportunidad. La comunidad internacional democrática debe acercarse al nuevo gobierno para evitar que El Salvador se convierta en otro juguete del coronel, los salvadoreños ya sufrimos demasiado por dividirnos y el revanchismo sólo nos conduciría a menos democracia y más pobreza.


El extremismo ideológico, el discurso agresivo y la conducta intolerante del FMLN, genera grupos que ejecutan violencia callejera sistemática. Esos grupos ya provocaron el asesinato de dos policías, siembran el terror en la Universidad Nacional, han golpeado a periodistas, atacaron al candidato de ARENA durante la campaña y se han relacionado con la narco guerrilla de las FARC. En realidad se trata de un poder de intimidación fríamente construido, similar al que agrede a opositores en Nicaragua y pone bombas en sinagogas e iglesias en Venezuela.


La oposición está expuesta a ser atacada por estos grupos que, al convertirse su partido en gobierno, pasan a gozar de indiferencia policial e impunidad jurídica. Esos grupos serán un problema incluso para el nuevo gobierno, cuando éste requiera moderación ante el inevitable conflicto que provocará el choque entre las grandes expectativas motivadas por el resultado electoral y la realidad de gobernar en medio de una severa crisis. En El Salvador hubo una pacificación sin venganza y todos, incluso quienes nos alzamos, hemos podido bajo los gobiernos de ARENA, criticar sin sentirnos amenazados. La Policía Nacional Civil fue por ello el punto principal de los Acuerdos de Paz, pero hay razones serias para pensar que el Frente pretenderá controlar las instituciones de seguridad y darle a éstas una dirección ideológica.


El nuevo presidente tiene entonces el reto mantener una seguridad democrática y de desmantelar el poder de intimidación callejero que sectores del FMLN buscarán expandir, empoderar y construirle complicidades policiales, como las que tuvieron antes los escuadrones de la muerte de la derecha. El escenario en el que Mauricio Funes ha ganado la elección es similar al de hace 20 años cuando ganó Cristiani; en aquel momento, al igual que ahora, la gente les creyó a los candidatos y no a sus partidos.


Funes llega al gobierno montado en un caballo todavía salvaje, pero su discurso inicial ha tendido puentes y ARENA ya dijo estar dispuesta a cruzarlos, esto puede permitirle transformar de verdad al FMLN; transitar de la polarización a la concertación y pasar de la gobernabilidad pagada a la gobernabilidad pactada. Esto no será nada fácil, pero si se logra retomaríamos el camino hacia la madurez.


1 comment:

Anonymous said...

que viva mi comandante villalobos, es la mera pupusa papaaaaaa

alex