Saturday, March 21, 2009

"Este es el día más feliz de mi vida"


Escrito por María A. de López Andreu

El domingo, yendo a votar en familia, fuimos atacados con palos, bolsas llenas de líquidos, insultos y tetuntes, por un numeroso grupo de efemelenistas, por el único hecho de portar en nuestro vehículo una pequeña bandera de ARENA. Esto sucedió a otras familias, me consta. Sólo por misericordia del Señor, resultamos ilesos. Desafortunadamente, en días previos, muchos más no tuvieron tanta suerte y sufrieron golpes, heridas y hasta la muerte, a manos de estas turbas.

El FMLN no puede lavarse las manos diciendo que fueron "reacciones espontáneas", ante "provocaciones". Lo aquí narrado, era un preludio de lo que hubiera sucedido ante su eventual derrota y una amenaza clarísima para toda la población.

Es decir: la campaña del miedo la realizó el FMLN; quienes no votamos por ellos somos quienes, efectivamente, vencimos ese miedo. Cierto que ellos ganaron el Ejecutivo, pero el margen de 2.63% es una bofetada para los rojos y sus patrocinadores, que esperaban una victoria por encima de los 20 puntos de diferencia. Por eso, desde Venezuela, se está lanzando al mundo una traidora denuncia de fraude; porque ese margen mínimo no les permite impulsar el cambio de sistema que nos tenían preparado. Nuestra población, de nuevo, votó con sabiduría. (¿Habrán tomado nota de esto los miles de observadores internacionales?).

Es, en ese contexto, que Rodrigo Ávila reconoce, de manera sencilla y digna, la victoria de su oponente; sin acusaciones, sin "mala vibra", sin amarguras: aceptando una realidad y viendo hacia adelante, tal y como ahora, quienes amamos a El Salvador, debemos hacerlo.

Con atención escuché la impecable pieza de oratoria de Mauricio Funes, preparada -- indudablemente-- para desatemorizar a la comunidad internacional, tratando de borrar el malestar que produce un vicepresidente, indigno de tal cargo, por llevar a cuestas un horrendo historial y colocado, por el FMLN, a "un latido de corazón" de la presidencia.

Por eso, utilizando su gran capacidad histriónica, Funes se autoproclamó Presidente electo, diciendo lo que el mundo, y nosotros, deseábamos escuchar. Pero no es suficiente. Ahora debe controlar, real y efectivamente, las turbas violentas que abundan en su partido y, además, dar explicaciones sobre temas cruciales que, como candidato, dejó sin respuestas, entre ellos, la procedencia de los ríos de dinero gastados durante su campaña (medios de comunicación, asesores, creativos, productores, etc.). Igualmente, sobre "préstamos personales" que, ahora, podrían convertirse en "deudas nacionales". Los salvadoreños debemos saber por cuánto, en qué condiciones y con quiénes, estamos hipotecados.

Con todo, Funes podría hacer buen gobierno; primero, porque quienes amamos nuestro país, haremos todo lo posible por el bien de El Salvador. Luego, porque cuenta con una ventaja que jamás tuvo ARENA: una oposición responsable. Me refiero, por supuesto, al caso de que su oposición sea ARENA; porque, por los vientos que soplan, la mayor oposición a Funes podría venir del FMLN. Eso, está por verse.

Un último comentario: Funes inició su discurso de autoproclamación con la frase: "Este es el día más feliz de mi vida"; no lo hizo con una referencia a nuestro país, a la democracia, a las familias salvadoreñas, sino a "su" felicidad. Mal augurio en un estadista.

Dios quiera que "el día más feliz" para Mauricio Funes, no se convierta, para nosotros, los salvadoreños, en el día más funesto de nuestra historia.

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