Tuesday, January 27, 2009

Diez puntos sobre San Salvador

Por Guillermo Galván Bonilla - Columnista de ElFaro.net

La alcaldesa no sigue. Violeta Menjívar y el Frente aceptaron y cuestionaron el resultado electoral: “legal pero no legítimo”. Para muchas personas fue una gran sorpresa, crónica anunciada para otras. El alcalde electo apretó el paso en la recta final y se concentró en lo estratégico. ARENA, preocupado por las elecciones de marzo próximo, se lavó raspones, limpió heridas y cerró filas en torno a su propuesta municipal para la capital.
Al menos 10 puntos hay que señalar en este proceso y sobre todo algunos dan para mayores reflexiones:


1.- Hacer alianzas en San Salvador no parecía que era algo tan urgente y necesario para el Frente en los albores del proceso electoral, probablemente se amparaba en el carácter opositor de San Salvador y el control que tenía de la capital. La capital está con nosotros, solos podemos, estamos fuertes, parecían ser algunas posiciones internas, además, el candidato presidencial viene empujando. Las alianzas no cuajaron, responsabilidad no solo atribuible a una parte, ya que para que resultaran se necesitaba del acuerdo de las partes que buscaban aliarse, que eran más de dos. Más adelante se intentaron de nuevo las alianzas, pero algo tarde y no resultaron con la amplitud y perspectiva del inicio.

2.- El Frente dijo saber lo que había que hacer en San Salvador, además, que estaba haciendo bastante en la alcaldía, aunque se dio cuenta que poco se conocía lo que hacía y empezó a divulgarlo mejor, pero la gestión municipal siguió concentrada en lo que podía hacer, no tanto en ver cómo impulsar todo lo que había que hacer, sobre todo, lo estratégico, siguió sin tomar iniciativas en esta dirección en los meses que le quedaban de gestión.

3.- Unos más otros menos, en diversos artículos, notas de prensa y en otros espacios, plantearon los grandes problemas de San Salvador, no tanto la diversidad de obras que necesitan las comunidades (cosas que sin duda hay que atender), sino las prioridades estratégicas, lo que la capital demandaba a gritos: ordenar el caos del centro, transporte, ventas callejeras, garantizar seguridad, atacar integralmente los desechos sólidos. Problemas cuya responsabilidad no es exclusiva del gobierno municipal sino también del gobierno central. Pero al parecer lo señalado más se interpretó sólo como una crítica y no como un aporte y llamado a que se atendiera lo estratégico.

4.- En última instancia se descargaba la imposibilidad de atacar en serio estos problemas a la poca o ninguna disposición de coordinar del gobierno central; está claro que éste hacía su juego, pero aquí estaba el punto clave, había que tomar iniciativa conjunta con la población y sectores capitalinos para emplazar la concertación con el gobierno central. Si el ejecutivo nacional se negaba ante la justa demanda de una ciudad entera, tendría que compartir el costo político de no arreglar estos problemas estratégicos. Superar esta inmadurez e irresponsabilidad política seguirá siendo uno de los principales retos.

5.- Al final estos costos no se compartieron (aunque todavía está por verse), pero además Norman Quijano se montó en la ola, se concentró en lo estratégico e hizo propuestas concretas en respuesta al clamor de la ciudad. Mostró que a los grandes problemas se les busca solución y su disposición a lograrlo. En los debates o ante la prensa Violeta se veía cuestionada y metida en un callejón sin mayor posibilidad de dar respuesta convincente de la eficacia y eficiencia de su gestión; no mostraba nuevas iniciativas para atender las grandes prioridades.

6.- Con todas las encuestas (por cierto, algunas muy erráticas) a favor de la continuidad se agarró más paja. La campaña del Frente clamaba permanencia y continuidad basada en las obras más cotidianas e inmediatas, pero sin meterse a fondo con las prioridades de San Salvador y zona metropolitana. Hacia el final, ¡el Frente estaba triunfalmente convencido de que Violeta ganaría por 10 ó 12 puntos! Sin preocuparle mucho el creciente número de votantes indecisos, ni la reacción estratégica de ARENA para incrementar su esfuerzo e insistir en sus iniciativas propuestas y rehabilitar sus votantes en actitud pasiva.

7.- Hacia el final, ARENA cerró filas, le puso más leña al asador, llovieron los millones para propaganda y logística, además, sacó las garras, movió gente de municipios vecinos (y hay denuncias que de lugares no tan vecinos, habrá que investigar) y le metió miedo a su voto cautivo pero en reposo de que perder ahora llevaría a perder en marzo. Todo esto contribuyó, pero no parece ser lo determinante, para que Violeta no siguiera; San Salvador perdió confianza, no vio determinación creativa.

8.- A partir de mayo 2009, Norman, su equipo y su partido, asumirán la gestión pública local de la capital, se volverá estratégico el problema de manejar el pesado aparato de la alcaldía que en parte se considera ideologizado. Una actitud madura y políticamente responsable es necesaria para que la actual administración traspase y la nueva asuma plenamente la gestión. Hay políticas y proyectos que ameritarán su continuidad. El espíritu de servicio público se deberá imponer al interés particular. Desacreditar otros líderes no contribuye al clima que requiere esta transición.

9.- Hacia fuera de la alcaldía, la nueva administración municipal difícilmente podrá hacer una gestión incluyente y exitosa si no se abre a la participación del resto de electores y habitantes de la capital, porque la mayoría, un poco más de la mitad de la población de San Salvador, no votó por ARENA. No se trata solamente de que la gente apruebe lo que el alcalde o concejo decida hacer, se trata de que la gente tome parte en el proceso para que sea tomada en cuenta e impere el interés común del conjunto del municipio, no sólo el de la minoría.

10.- Imposible hacer la gestión capitalina que se requiere sin una coordinación con la gestión nacional. Mauricio o Rodrigo, quien resulte electo, deberá establecer una nueva forma de relación entre ejecutivo nacional y gobiernos municipales. Debe ser de coordinación y cooperación, que impulse procesos participativos de desarrollo local en el territorio nacional. Será necesaria una instancia que establezca puentes entre el centro y el resto del territorio, pero además es necesario impulsar la descentralización; todo esto significa romper con el estilo y la práctica en la materia durante estos 20 años y en el pasado.

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