Tuesday, March 17, 2009

El sueño y la pesadilla


Escrito por Geovani Galeas - Escritor y Director de Centro America 21


Uno puede confundir sus propios deseos con la realidad. Uno puede quedarse mirando solamente el dedo del sabio cuando el sabio señala la luna o el abismo. El error es una posibilidad constante en nuestras vidas. Al final, tratándose de la voluble naturaleza humana, acertar o equivocarse viene a ser un juego mucho más cercano al azar que al rigor del cálculo y a las filigranas de la estrategia.


Pero todo el que apuesta lo sabe, o debería saberlo: ni la naturaleza da saltos ni Dios juega a los dados, y quizá solo en eso estén totalmente de acuerdo los científicos y los poetas. Somos nosotros quienes nos empeñamos en un juego imprevisible, y siendo así, ¿por qué habríamos entonces de renegar de los resultados sin ser injustos o simplemente estúpidos? La suerte está echada y hay que asumir las consecuencias sin mayores dramatismos.


Ya sabemos que la lección que se desprende de una derrota no es un método para no volver a perder nunca, y ello no implica tampoco la obligación de renunciar a nuestros sueños y nuestras convicciones, ¿por qué habríamos de hacerlo? Lo que la derrota enseña es el imperativo de la prudencia. Y también la desconfianza en las certezas absolutas, esas que paralizan la reflexión y sólo dejan espacio a los aullidos de la euforia o a los gruñidos de la frustración. Ruidos que el tráfago inevitable de lo real se irán diluyendo poco a poco.


¿Luna o abismo? ¿Hacia dónde señala el sabio, cuál es el horizonte? Es importante saberlo. Pero también es importante tomar en cuenta de que tanto el sabio como nosotros tenemos los pies sobre la tierra firme, y que es aquí en la tierra donde tenemos que cultivar lo nuestro, sin negar la belleza del astro ni el pavor de la caída. De una y de otra cosa estamos hechos los seres humanos. Aquella nos impulsa y esta nos retiene.


Ese equilibrio incesante nos tensa y nos vuelve precarios, es cierto, pero esa es la esencia de la condición humana. Es lo que nos define y en cierto modo es lo que nos vuelve entrañables a pesar de todo: somos izquierda y derecha o somos mutilados. Negarlo es sólo un exceso del discurso de campaña, una tentativa de estafar al prójimo.


Ahora habrá que regresar de nuevo al aula, a la fábrica, al mercado o a la oficina; regresar a los brazos de la mujer que se ama, sonreír al hijo y dar la mano al vecino. Habrá que seguir viviendo. Ya sin la gritería ensordecedora de la campaña, podremos pensar con tranquilidad y sacar algunas conclusiones. Volveremos a apostar sin duda, y ganaremos o perderemos otra vez, no importa, la prudencia aprendida templará nuestros espíritus.


El viento sacudió al árbol que está frente a mi casa. Una rama grande ha caído sobre la calle y nos impide el paso. Yo sólo no puedo removerla. Mis vecinos de uno y otro lado tendrán que ayudarme porque la calle es también de ellos. El esfuerzo conjunto es necesario y es noble. Además no tenemos en verdad otra alternativa. Culpar al viento o al árbol o la calle no sirve. Tampoco acusarnos entre nosotros mismos.


Lo único útil es la suma de las manos. ¿Es esto tan difícil de comprender? La lección está allí resplandeciente. La crispación no nos sirvió en absoluto ni la vida se nos fue en una jugada. Siempre habrá otras batallas en el horizonte. Sentido de realidad y prudencia nos exige este día. Aquí estamos y la mañana es radiante pese a que algunos tuvimos un mal sueño... Pero, ¿ya hemos despertado?

1 comment:

Anonymous said...

compa geovani usted es un campion de la majada