Monday, March 2, 2009

Mi ultima columna

Por Berne Ayalah - Escritor / periodista y columnista para Centroamerica 21


A las élites de los dos grandes partidos, ARENA y el FMLN, ese par de arlequines que muerden los huesos de los pobres, les deseo con todas las fuerzas de mi corazón que vayan a parar al infierno.

Esta es mi última columna para esta revista. No sé realmente si alguien me ha leído de verdad o solo le he estado escribiendo a los fantasmas en los meses anteriores. Sé que uno o dos amigos leen lo que escribo. Es el gran sueño de la Internet, que la mayoría de las veces le escribes a la nada.

Berne Ayalá
redaccion@centroamerica21.com

Antes de que mi fotografía deje de salir en este lugar debo decir unas cuantas cosas que me parecen esenciales en esta vivencia como escritor de columnas.

Lo más importante. La amistad con Geovani ha pasado por un largo camino que lleva varios años. Jamás se me olvidará la vez que le conocí en una feria del libro, donde él, generosamente, intentó calmar mis nervios antes de ponerme frente a las cámaras de la televisión. Desde entonces mis libros estuvieron en sus manos y en la entrevista de su programa Universo Crítico. Cada vez que mi mano tocó a su puerta él la abrió para después anunciar un nuevo nacimiento.
Geovani es de los pocos periodistas que escriben columnas de opinión para hablar de los libros de otros escritores, la mayoría resisten el impulso de hablar bien de otros, una miseria frecuente en nuestro medio. En un país donde es difícil que un periodista se interese por los libros de un salvadoreño, estar en un medio es básico e importante: una mención en un diario lleva al comprador a la librería, de esa manera el escritor se siente digno de vender sus libros para seguir escribiendo.

Esos fueron los gestos de Geovani para conmigo desde el día que le conocí. Son los que cuentan en la vida real: el artista prefiere que su obra se amada a serlo él personalmente porque sólo en ella su vida trasciende.

Nos volvimos a encontrar en este recorrido por centroamerica 21, una revista que ha sufrido toda clase de ataques y de aplausos. Escribir columnas aquí nos ha granjeado insultos a todos los que lo hemos hecho, no ha habido respeto ni por los hijos pequeños de algunos columnistas. Nada de extraño hay cuando te vuelves una persona pública, debes echar nuevos cueros y saber sonreírle a los que se esconden en el anonimato.

Las personas que han escrito esos ataques siempre firman como anónimos, como cobardes que no se atreven a firmar pues saben bien que lo suyo no son ideas. Uno de ellos es el bufón de Walter Raudales que insiste en dejar sus discusiones en el nivel del ataque a un supuesto alcoholismo y drogadicción de los autores, con ello se demuestra la bajeza de un tipejo como él que se pavonea a sueldo para justificar las actuaciones de una de las instituciones más desprestigiadas y corruptas de nuestro país, la Corte Suprema de Justicia.

Mis columnas de opinión en realidad no fueron tales, la mayoría de mis entregas fueron relatos de ficción o crónicas de guerra. Aún así para muchos terminé siendo "un empleado" de ARENA y para otros un "agente encubierto" del conocido ex comandante de la guerrilla Ramiro Vásquez del Partido Comunista". No hay duda que aquella mentalidad de chimpancé que llevó a destruirnos en la época de la guerra sigue viva en una ficción malhecha, vivimos en un mundito como el de La Clave está en Rebeca.

Sé que a la gente no le importan las miserias de los escritores, si somos buenos o malos, les importa lo que escribimos. He decidido alejarme de las escrituras de opinión debido al cansancio y a la insustancialidad de las opiniones políticas. El Berne que aquí escribe eligió ponerse en el filo de dos cuchillos, simplemente porque desde que escribí mi primer libro tomé una opción por la vida: escribir lo que yo pienso y siento.

Después que saliera a la vida pública el libro Grandeza y miseria en una guerrilla he perdido el noventa por ciento de mis amigos, dejaron de llamarme por teléfono, dejaron de hablarme, las gentes menos imaginadas se ocultaron en sus cuevas. En el otro lado la derecha de pura sangre sabe bien quién soy, el hombre que no dejará de escribir sobre los crímenes de la guerra, sobre las atrocidades de los escuadrones de la muerte, porque santos no hay en esa guerra, salvo las víctimas civiles como Monseñor Romero. Al final de este pequeño recorrido sigo siendo el mismo escritor que sobrevive a la intemperie de las economías gracias a un mecenas lejano que un día se beberá conmigo una copa de vino en un lugar de la vieja Europa, sin haberme pedido nada a cambio que no hayan sido mis libros.

No soy ni más ni menos que un hombre común y corriente que en lugar de sembrar flores o maíz escribe libros. A pesar de todos los ataques, que sí debo confesar, algunas veces dolieron allá donde tiembla el alma, lo que me satisface es que aquellos que de verdad vivieron en la guerra, aún a pesar de no estar de acuerdo en que yo escribiera ciertas cosas, saben bien que no he escrito sino la verdad.

La amistad no debe forjarse a partir de la identidad ideológica. Naturalmente mis diferencias en ese sentido son marcadas en relación a Geovani Galeas, la razones son muchas, él fue formado en una organización sin partido ni doctrina marxista, yo en cambio lo hice en el Partido Comunista. Lo he dicho hasta el hartazgo: creo haber terminado la guerra en 1992 y lo que me basta para tener un amigo es la vida, nada más.

Al ver el horizonte de las izquierdas y las derechas de nuestro país, no me siento cerca de ninguno, por hoy mi mayor simpatía está orientada a la Tendencia Revolucionaria que lidera Dagoberto Gutiérrez, esencialmente en su postura de rechazo frente al modelo de poder que nos ofrecen esos dos monstruos de la institucionalidad roja y tricolor.

Esos son los motivos de mi retiro de esta revista, el hartazgo. Lo que cuenta es la amistad y la gente que puso sus testimonios en nuestras manos para que nosotros los esculpiéramos en el formato de la crónica y el reportaje.

No hay nada que me importe más que escribir libros de ficción, es mi sentir básico, el motivo esencial por el cual no me he pegado un tiro en el medio de los ojos (además que no tengo ni hondilla).

A mis amigos, de la religión o partido que sean, borrachos o abstemios, heterosexuales o gay, católicos o protestantes, socialistas o republicanos, marxistas o teológicos, aún sin conocerles, les endoso mi palabra escrita, lo único que poseo en este mundo inundado de mercancías y de bancos en quiebra.

A las élites de los dos grandes partidos, ARENA y el FMLN, ese par de arlequines que muerden los huesos de los pobres, les deseo con todas las fuerzas de mi corazón que vayan a parar al infierno.

2 comments:

Andres said...

Hoy en dia no es facil encontrarse con hombres idealistas pero objetivos. Mis mejores deseos para esta nueva etapa.

Anonymous said...

Saludos Berne
Comprendo tu deception, pero, articulos como los que haces, hacen refleccionar, yo recibo, las noticias, por el correo de de comision civica.

La pluma no la deven callar las amenazas, acuerdate que donde vivimos, vivimos en un estado de dercho, el cual, se puede aplicar contra toda persona.

yo, vivo en canada, y para mi es una decepcion lo que pasa en nuestro pais, articulos como el tuyo hacen reflexionar y anlizar lo pasado, asi como el presente.

no, te desanimes, continua, paro, la ultima decicion es tuya, acuerdate sobretodo,que que tienes que hacer lo que tu consiencia te lo pide.

Para balanxiar las cosas, como sugerencia, deverias de valanciar tu editorial, para que no se vea que es en contra de un partido politico, al menos yo a si lo veo.

Solo esto, hasta pronto.

Ramon