Por Geovani Galeas y Berne Ayala
El comandante Federico, del ERP, estaba preocupado. Había observado que el fracaso de la ofensiva de 1989 estaba impactando de manera cada vez más notable la moral combativa de la fuerza que, bajo su mando, operaba en Usulután. Eso se comenzaba a expresar en un peligroso relajamiento disciplinario. En una ocasión, con el objeto de estimular a su tropa, organizó un baile con la idea de que los combatientes interectuaran con la población civil y salieran de la rutina. Pero recién empezada la fiesta él recibió un mensaje y tuvo que ausentarse.
Cuando regresó, después de varias horas, la escena que encontró le paró los pelos: sus combatientes, incluido el ejecutivo militar de la unidad, estaban totalmente perdidos de borrachos. Asustado por ese nivel de irresponsabilidad, tomo las medidas disciplinarias del caso y comenzó a sondear la situación en los demás frentes de guerra. En todos estaba sucediendo lo mismo. Entonces sucedió algo inesperado. David Gavidia, miembro del Estado Mayor de Mayo Sibrián y jefe de las fuerzas de las FPL que operaban en la zona Ángela Montano, llegó a su campamento para comunicarle que él y toda su fuerza habían decidido integrarse en masa al ERP.
El punto era que Mayo Sibrián había torturado y matado a Ramón, que era un líder natural de los campesinos de la zona, un cuadro político-militar que garantizaba el área de aseguramiento de la guerrilla. Ramón era un hombre de máxima confianza de David Gavidia, y por lo tanto era previsible que el círculo de la sospecha se extendería hacía él mismo y sus hombres.
Federico, que ya tenía alguna noción de los problemas internos de las FPL, asoció la situación al tema de la desmoralización generalizada entre las fuerzas guerrilleras, pero quiso cerciorarse. Le dijo a Melo que cruzara el Lempa y sondeara lo que estaba pasando en la zona bajo el control de las FPL. Melo regresó con un informe que no dejaba ninguna duda de lo grave de la situación en relación a las ejecuciones masivas. Federico montó en cólera y le envió al comandante Joaquín Villalobos un mensaje: O paran ustedes a ese hijo de puta asesino que es Mayo Sibrián, o yo mismo cruzo el Lempa y lo paro a balazos.
Joaquín Villalobos consultó el asunto con los otros comandantes del ERP destacados en Usulután, que ya tenía antecedentes de los problemas en aquella zona. Casi dos años atrás, en el puesto de mando del ERP en Tres calles, se había planificado la voladura de las piletas del Puente FENADESAL. Para apoyar al comando especial que realizaría la misión, El ERP le había pedido a las FPL que "le prestara" a dos de sus combatientes especializados en operaciones subacuáticas.
Los enviados fueron Lucas y Agustín la Liebre.
El proyecto se fue postergando por diversas razones, y los dos comandos de las FPL estuvieron en el puesto de mando del ERP durante casi un año. Uno de esos comandantes recuerda:
-Llegué a conocer muy bien a esos dos muchachos. Eran buenos revolucionarios y les tomé confianza y afecto. Estuvieron todo ese tiempo en nuestro campamento. Finalmente la operación en la que ellos iban a participar se nos frustró del todo cuando, en una aproximación al puente, la corriente nos arrastró las cargas de explosivo. Entonces les regresamos a las FPL a esos dos muchachos, que fueron enviados al campamento de Mayo Sibrián. Después supe que ahí mismo los habían matado.
-Llegué a conocer muy bien a esos dos muchachos. Eran buenos revolucionarios y les tomé confianza y afecto. Estuvieron todo ese tiempo en nuestro campamento. Finalmente la operación en la que ellos iban a participar se nos frustró del todo cuando, en una aproximación al puente, la corriente nos arrastró las cargas de explosivo. Entonces les regresamos a las FPL a esos dos muchachos, que fueron enviados al campamento de Mayo Sibrián. Después supe que ahí mismo los habían matado.
Y continúa:
-No es posible que esos compañeros fueran infiltrados. Los signos de un trabajo del enemigo entre tus filas se manifiestan y se detectan de inmediato de una u otra manera, puesto que la información que se fuga se traduce en impactos en tu entorno. Sin embargo, y en nuestro puesto de mando en Tres Calles, nunca pasó algo sospechoso en todo el tiempo que esos dos muchachos estuvieron con nosotros. Y eso es que ahí estábamos tres miembros de la comandancia del ERP. Mínimo nos hubieran matado, pues ellos dormían casi al lado de nuestra champa.
Ese comandante le dijo a Joaquín Villalobos que, a su juicio, el cuadro que se había configurado en el frente paracentral era realmente grave y podía llegar a afectar al FMLN en su conjunto. Las relaciones entre el ERP y las FPL, las dos organizaciones más numerosas y militarmente más fuertes del FMLN, fueron siempre bastante tensas desde el surgimiento casi simultáneo de las mismas, a principios de los años setenta. Las FPL, que hacían gala de su ortodoxia marxista-leninista y de su pureza ideológica en ese sentido, desconfiaban profundamente del progresivo decantamiento del ERP hacia un pensamiento más afín a la socialdemocracia.
-En ese momento, por encima de cualquier problema interno, lo estratégico era la unidad del FMLN. No dudo que Federico hubiera cumplido su intención de parar a balazos a Mayo Sibrián, pero entonces habrían comenzado los tiros entre nosotros y las FPL, se rompe el FMLN y ahí mismo perdemos la guerra-, nos dice Joaquín Villalobos.
1 comment:
Don Walter,
Lo felicito por su trabajo en este sitio tan interesante. Es bueno conocer la historia de la guerra, porque asi aprendemos y no repetimos los errores del pasado.
salud
Ernesto Gonzalez en Argentina
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