Por Marvin Galeas - Analista politico/Columnista de EDH
Lo del domingo 18 ya es historia. Comenzó la semana pasada el segundo y último tiempo de este prolongado partido, que no es precisamente de fútbol. Y comenzó con un escenario muy distinto al que teníamos en el primer tiempo. No se produjo la tan vaticinada barrida de Mauricio Funes y el FMLN y San Salvador pasó a manos de ARENA. Los estados de ánimo cambiaron en los dos principales partidos. Se invirtieron.
La frustración, a pesar de los resultados, parece haberse apoderado de la dirigencia y los simpatizantes del FMLN. Muy reveladores son, en este sentido, un curioso y enredado comunicado de los Amigos de Mauricio y las declaraciones de Roberto Lorenzana, exigiendo a Funes dar un valor agregado al partido. El comunicado defiende a Funes y Lorenzana al partido. Las recriminaciones son hijas de la frustración.
ARENA por su parte, como lo afirman casi todos los columnistas y analistas políticos, ha tomado un inusitado empuje. Antiguos y connotados areneros han reaparecido entusiasmados con lo ocurrido el domingo 18. Millares de automovilistas lucen ahora las banderas de ARENA en sus automóviles. Y luego de la presentación del plan de gobierno, Rodrigo Ávila parece haberse apoderado del momentum político.
Dos cosas están muy claras en este segundo tiempo: la estrategia de encuestas del FMLN se acabó y la derecha es mayoría que la izquierda. ¿Significa entonces que ARENA ya ganó la elección presidencial? Para nada. Ambos partidos tienen fuertes posibilidades de ganar la elección. Pero si ARENA sabe aprovechar el buen momento que tiene podría conseguir una victoria, que meses atrás, como producto de la percepción creada por algunas encuestas y uno que otro columnista, parecía imposible.
En lo personal, y lo digo una vez más con absoluta franqueza, pienso que una victoria del FMLN llevaría al país a un desastre. Esta afirmación la hago en base a los siguientes elementos: El FMLN que propone a Mauricio Funes, es exactamente el mismo que propuso a Handal. Y ese FMLN es esencialmente el Partido Comunista. Es decir una organización completamente alineada con los delirios bolivarianos de Hugo Chávez, como lo dijo José Luis Merino, uno de los máximos dirigentes de esa organización.
El candidato Funes quiere hacerle creer al electorado que el FMLN no hará lo que sus dirigentes y sus documentos dicen. ¿Por qué habría la gente que creerle? Y parece que no le cree. Después de las elecciones del domingo ha quedado claro que Funes no le agrega mayor cosa al partido. La votación fue básicamente la misma que obtuvo Handal, con menos tiempo de campaña, con menos recursos financieros y en un momento de máxima unidad de la derecha.
Pero además no estoy tan seguro que el candidato quiera hacer una cosa distinta de lo que dicen los documentos oficiales y los dirigentes históricos del partido. Sé que hay un porcentaje de gente que desea que en El Salvador haya un modelo político como el de Cuba o Venezuela. Ellos están completamente en lo correcto votando por Funes. Los que no están en lo correcto, y allí está toda la evidencia que quieran, son los que creen que votando por el FMLN el país será como Chile o Brasil.
El Partido Comunista Salvadoreño (organización que cooptó al FMLN) no ha cambiado nada desde su fundación hace casi ocho décadas. Sus objetivos, su simbología y hasta sus canciones no cambian. El PCS no es un factor de confianza en la economía y sus actores. Todo lo contrario. Y cómo van a generar confianza si en las plaza públicas viven despotricando contra los empresarios. Los que no lo saben deberían escuchar la radio oficial de ese partido.
¿Es que entonces estamos condenados a seguir votando eternamente por ARENA?, me preguntaba un lector por la vía del correo electrónico. La respuesta a esa pregunta está en el FMLN mismo. Si ese partido no cambia, no renuncia con claridad y de una buena vez al marxismo, a las alianzas con los gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y con las FARC, está favoreciendo, en cierta forma, la permanencia de ARENA en el Ejecutivo.
Mientras tanto este segundo tiempo ya comenzó y es mucho más corto que el primero. En realidad el enfrentamiento político va más allá de los candidatos y los colores de los principales partidos. Se trata más bien de decidir entre la posibilidad de perfeccionar lo que tenemos o el caos. Venezuela y Nicaragua no dejan mentir.
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