Monday, January 26, 2009

Nosotros los anticomunistas


Por Giovani Galeas - Director de Centroamerica21 - Analista Politico


Quienes no conocen la historia de la izquierda y de las revoluciones sociales, o más bien quienes simplemente desconocen la historia, dan en creer que el anticomunismo es exclusivamente un componente primitivo del pensamiento de derecha. De esa ignorancia se deriva con frecuencia un persistente malentendido que suele resolverse en una grave ceguera intelectual y política.


Lo grave no es que esa ceguera impulse a la descalificación, generalmente grosera, de individuos y sectores que tienden a la moderación. Lo importante es que no permite comprender, en términos puramente prácticos, la trascendental importancia de las alianzas políticas. Y ello explica, entre otras cosas, el por qué esa ignorancia provoca que algunos movimientos o partidos agonicen en un irrelevante papel de eterna oposición contestaría.


Desde La Primera Internacional (encabezada por Carlos Marx pero también por Mijail Bakunin), pasando por la revolución rusa,(concebida por Lenin pero también por Bujarin y Trotski), por la guerra civil española, (dirigida por Carrillo y la Pasionaria pero también por Durruti y Andrés Nin), por la guerrilla de la Sierra Maestra (jefeada por Fidel Castro pero también por Camilo Cienfuegos), hasta llegar a la guerra revolucionaria salvadoreña (comandada por Schafick Handal y Salvador Sánchez Cerén, pero también por Joaquín Villalobos y Fermán Cienfuegos), hubo comunistas y anticomunistas asociados en el mismo empeño, del lado de la izquierda, por derrotar una dictadura.


Ya antes, en Francia, el mismo Robespierre era un proto comunista, y Dantón era un proto anticomunista. En las historia de esas asociaciones coyunturales hay demasiada infamia y demasiada sangre vertida a traición, y las víctimas han sido en todos los casos los anticomunistas. Pero eso no niega la existencia de la asociación en ninguno de los casos. Y tampoco niega que, en su momento, fue precisamente esa asociación la que fortaleció y, eventualmente, hizo triunfar la causa compartida.


El que ignora esa larga historia simplemente insulta o amenaza. Quién la conoce y la comprende sabe que hay ahí una rica veta de experiencia política imprescindible, al menos en su aspecto asociativo y cuando el objetivo es el triunfo de la propia causa. Este último es el caso de Dagoberto Gutiérrez, comandante guerrillero y dirigente político de aquél desaparecido FMLN de los duros años ochenta, los de la guerra de verdad.


Dagoberto, el más comunista de los actuales cuadros de la izquierda salvadoreña, en la medida en que no ha sucumbido, como la mayoría de sus compañeros, a la tentación de ocultar su temple rojo con un aparente rosita pálido, ha fustigado al FMLN por su incapacidad de concretar alianzas con socialdemócratas, socialcristianos, patriotas, demócratas y progresistas en general. Él fue uno de los artífices de aquella arrolladora alianza entre comunistas, demócratas cristianos, socialdemócratas y patriotas que fue, en los años setentas, las Unión Nacional Opositora, UNO.
Y años más tarde, también fue artífice de la coalición política y militar más efectiva en la historia nacional: el FMLN de los años ochenta, constituido como una sola fuerza, según las propias palabras de Dagoberto: "por comunistas, no comunistas y anticomunistas". (Y hay que decir aquí que precisamente los sectores no comunistas y anticomunistas de aquel FMLN, agrupados básicamente en la Resistencia Nacional y el Ejército Revolucionario del Pueblo, fueron los que más y con mayor eficiencia incidieron en la formulación de la estrategia que hizo avanzar al FMLN).


Ahora, los aficionados a la guerra de guerrilla verbal o en línea, los actuales dirigentes del FMLN y sus repentinos aliados por mero oportunismo político, harían muy bien en estudiar un poco de historia universal, o al menos en poner atención a las advertencias de Dagoberto Gutiérrez; uno de los cuadros más comunistas, más cultos e inteligentes, pero también más valientes y auténticos de la izquierda salvadoreña. Él les advirtió con suficiente antelación sobre dos errores que ahora, pasado el primer pulso electoral, resultan evidentes: la incapacidad de consolidar alianzas, y el triunfalismo basado en unas encuestas que resultaron alejadas de la realidad.

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