Wednesday, November 4, 2009

Lo feo, lo malo y lo bueno

En recientes días hemos sido sometidos los salvadoreños a un sube y baja de emociones políticas de incomparables proporciones, especialmente porque se dan en un contexto nada favorable por la crisis económica y de seguridad que vive el país.

Escrito por Rafael E. Lorenzana / Odontólogo

Miércoles, 04 noviembre 2009 00:00

La zozobra en la que vivimos constituye lo feo de la realidad salvadoreña. Los principales factores son la inseguridad física y jurídica en la que estamos sumergidos, observando impotentes que aquellos, los escogidos por los partidos políticos para defender nuestros intereses, están harto ocupados defendiendo los suyos propios y los de sus patrocinadores.

Feo, que mientras los criminales (comunes y corrientes) atacan a la población trabajadora, el interés está puesto en sacar raja política de la situación, en función de una lucrativa carrera, siguiendo el brillante camino de la corrupción, como bien les han enseñado algunos de sus antecesores en el gobierno.

Feo, que circulen en todos los estratos de la población los rumores que mientras algunos pierden empleos, otros compran voluntades con sumas millonarias, mientras las autoridades no se interesan en determinar la procedencia de ese dinero.

Feo, que el presidente de la Asamblea Legislativa ofrezca los votos de su partido para los préstamos a cambio de su puesto, sin saber si los préstamos convienen o no al país. Lo lamentable es que se salió con la suya.

Malo, que cada día se evidencia que el sistema político necesita de la reforma que reclama la sociedad civil, la misma que los políticos convenientemente han ignorado. Hoy, cuando se enfrentan a una crisis de la cual son absolutamente responsables, quisieran no haber sido tan prepotentes.

Malo, que un país como el nuestro no se cuente con una ley de partidos políticos que controle la procedencia e inversión de los fondos que reciben dichos institutos y que permita a los contribuyentes saber cómo se invirtieron sus aportaciones y no sean objeto de sorpresas, como la de ARENA.

Malo, que los candidatos a diputados no sean seleccionados por el pueblo en circunscripciones electorales, como lo manda la Constitución de la República, sino que los escojan las cúpulas de los partidos de las cuales estos interesados, mal llamados padres de la patria, también se burlan, como es el caso de los que traicionaron a ARENA y que en nada se diferencian con los que traicionaron en su oportunidad al FMLN.

Malo, que no se investiguen las cuentas de los ex funcionarios para establecer sin lugar a dudas su probidad y se disipen de una vez por todas las calumnias en su contra, en caso lo fueran.
Igualmente deberían aplicarse mecanismos que permitieran a esos diputados cuestionados probar que no han recibido dineros mal habidos. Tenemos que recordar a la anterior Corte Suprema que castró a la sección de Probidad en beneficio de oscuros intereses.

Bueno… de lo bueno poco. Afortunadamente la población es de lo bueno que tiene este golpeado país. Lamentablemente somos ingenuos cuando nos relacionamos con los políticos. Literalmente “nos dan atol con el dedo”, para usar la frase favorita del presidente Funes.

Tan ingenuos, que algunos creen que esta división de diputados es para favorecer al pueblo, que estos desconocidos diputados, de repente tienen otras capacidades que levantar la mano cuando el patrón ordena… somos ilusos.

Bueno, que tenemos por fin, una Corte Suprema de Justicia que está integrada, en buena parte, por excelentes y honorables salvadoreños que serán los únicos que podrán defendernos de lo que está por venir.

Sin ser pesimista debo aclarar, que si intereses oscuros controlan nuestra legislatura, lo único que se pueden esperar de ellos son “bausanadas”, como decía mi abuelo.

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