Wednesday, November 4, 2009

Doloroso desgarramiento en ARENA


La triste ruptura de ARENA ha despedazado al partido y a las esperanzas del país de tener un sano bipartidismo de dos grandes fuerzas alternativas, una adherente a la economía social de mercado, neoliberal, y otra socialdemócrata con un racional intervencionismo de Estado. Indudablemente los protagonistas del conflicto actúan convencidos de que trabajan por el bien de la patria. No puede negárseles que obran de buena fe. Sin embargo, para el público lo que nos presentan es un espectáculo de intereses personales, luchas de poder y carencia de lealtad.


Escrito por Ivo Príamo Alvarenga / Columnista de LA PRENSA GRÁFICA Miércoles, 04 noviembre 2009 00:00

Los espectadores no entendemos las causas verdaderas que dieron origen al conflicto de ARENA, probablemente ni los actores las tienen claras. Pero sí advertimos que la crisis fue muy mal manejada.

En las dos mayores fuerzas partidarias ha habido un estilo opuesto para enfrentar las disidencias. El FMLN, especialmente la dirigencia de Schafik Hándal y el Partido Comunista, ha descerrajado con puño de hierro la cara de quienes se han atrevido a disentir. Desde Joaquín Villalobos hasta Salvador Arias (del que se rumoró estaba muerto y al parecer se encuentra muy enfermo), pasando por Facundo Guardado y los renovadores, el desviacionismo ha sido castigado con inmisericorde apartamiento y expulsión.

En ARENA, por el contrario, las rebeliones de los maneques, de Gloria Salguero Gross, Mario Acosta y otras, han sido tratadas con el guante de seda del diplomático. Siempre ha habido grupos identificados con tal o cual personaje y entre ellos se han negociado y logrado acuerdos.

La rebelión de los 12 diputados debió tratarse en esa forma. Su interés de participar en el COENA era comprensible. No se concibe que en la máxima autoridad política carezcan de voz los diputados y los alcaldes. Sensato habría sido aumentar el número de miembros del organismo, sin importar las dificultades que eso tendría, e incluir digamos dos representantes del grupo parlamentario y dos o tres alcaldes.

En cambio se partió de posiciones inmaduras inconciliables. Los 12 querían que se les abriera espacio, pero cortando la cabeza de ciertas personas; lo que les dio el tinte de que obraban en nombre de, y en contra de, alguna figura determinada. Se habló con frase poco feliz de un “turbio personaje de todos conocido”. Nunca se había calificado de “turbio” a ningún líder arenero porque haya querido, y logrado, formarse su círculo de poder. Ha sido norma negociar entre el grupo de fulano y el de mengano con el de perencejo, sin que por encabezarlo se haya anatematizado al líder, verdadero o supuesto. Lo que se había buscado hasta hoy era un equilibrio de fuerzas, o el predominio de una de ellas, limitándose las perdidosas a aceptar la realidad de los hechos.

Acusar a los disidentes de obedecer a mandatos de un sujeto en connivencia con uno de los peores enemigos del partido fue la peor forma de enfrentar el asunto. A nadie que sea monigote de alguien le gusta que se lo digan en público; menos que se lo espeten cuando es falso.

Esa falta de entendimientos, o de lucha por lograrlos, le ha costado carísimo al partido y al país. El saludable contraste entre dos poderosos oponentes pudiera convertirse en una merienda de negros, con una dispersión de pequeños sectores disputando entre sí ante la mirada serena del único fuerte y gran ganador, el FMLN. Y ARENA será uno de los pequeños sectores. Al presidente Funes le han hecho difíciles las cosas. Su moderación será complicada por deber congeniar con un desconcierto en vez de concertar con dos.

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