Desde Washington DC
Por Walter Monge-Cruz
www.comisioncivicademocrativa.org
Esa primera mañana de lunes en el nuevo colegio, inició con el mensaje del ahora padre Giuseppe Coró, quien bajo el sol radiante de verano, nos animó a dedicar el año de estudios y actividades a Dios, mientras los profesores y asistentes supervisaban nuestros uniformes y sacaban de las filas a todos aquellos quienes tenían alguna irregularidad en ellos o habían llegado tarde. Tendrían que concurrir ante nuestro líder.
Coró entonces, era una figura energética y atlética, que emitía respeto y disciplina. Mi primera impresión al conocerlo fue de temor, ya que había escuchado en los corredores muchos relatos de su manera impecable de aplicar disciplina; mas con los años mientras me formaba como un adolescente respetuoso de Dios, pero rebelde e indisciplinado a la doctrina, en mis demasiadas visitas a su oficina, descubrí el verdadero carisma de un líder espiritual dedicado a crear buenos cristianos y honrados ciudadanos, lo que ha sido su misión en la vida.
Durante todos esos años de exhaustiva formación académica, insistió siempre en que procuráramos emular las acciones generosas de nuestro modelo y guía, el santo Don Bosco, así como, a comprometernos por ser ciudadanos responsables y amantes de la patria.
Su sacrificio y dedicación por varias generaciones de jóvenes salvadoreños en los años setentas y ochentas produjo miles de profesionales, quienes han contribuido sustancialmente al desarrollo de El Salvador y además de naciones desarrolladas del mundo. Este es el legado del padre Coró como líder impecable, el cual, está lleno de amor para un grupo de jovencitos que tuvimos la brillante oportunidad de formarnos integralmente bajo su liderazgo.
Aún ahora, cuando algunos disentimos de la doctrina católica y hemos encontrado una reconciliación en otras doctrinas cristianas, nos mantenemos comprometidos a continuar ese legado de sacrificio personal por el bienestar de quienes hemos aprendido a amar desde niños y que el padre Coró nos enseño el siglo pasado y que aún enseña en el nuevo siglo. El valor trascendental de un verdadero líder se encuentra en el amor que deja impreso con su legado hacia quienes él, ha dedicado su sacrificio. Ese sacrificio que genera una oportunidad de prosperidad para quienes sirve.
¿Qué sacrifican los actuales líderes latinoamericanos?, ¿A quienes sirven?, ¿Cuál es su legado? La cumbre de las Américas concluyó sin trascendencia, sin unanimidad, sin una declaración final, mientras tanto el pueblo latinoamericano amanece cada mañana con las mismas expectativas de siglos de lucha y esperanza.
Millones de latinoamericanos continúan hambrientos, enfermos, expuestos al analfabetismo, la explotación, la opresión, la violencia del crimen organizado, la muerte. Ese es el legado del espíritu revolucionario e ideológico que constantemente por siglos fenece al poder político, la gloria personal y la ambición económica de quienes lideran Latinoamérica.
Las doctrinas ideológicas están a la orden del día, el socialismo del siglo XXI, el capitalismo histórico, los social demócratas, los comunistas, los nacionalistas, los demócratas, los liberales, los conservadores, etc. Todo el espectro político en el nombre del pueblo.
¿Y el pueblo? Una vez en el poder a ninguno le importa. El pueblo continúa siendo un medio para alcanzar las avaricias de estos líderes, quienes se sirven a sí mismos y jamás sacrificarán nada para nadie. Esa es la triste verdad de un sistema político atroz como el que actualmente sirve a Latinoamérica.
En el nombre de Dios el obispo paraguayo y ahora presidente, conculcó todo principio moral y engendró hijos como animal, aún así, con esa desvergüenza lidera. En nombre del pueblo el idiota del sur promueve una guerra ideológica que abre las venas de América, mas su codicia lo ciega. En representación del pueblo un líder republicano salvadoreño y representante de los oligarcas, ofrece sus influencias políticas a un execrable criminal a cambio de medio millón de dólares.
¿Es este el legado al que el pueblo latinoamericano aspira? Claro que no. Esta es una aberración en nuestro continente, que líderes de todas las ideologías inducen. El legado trascendental de un verdadero líder del pueblo, es el que deja alguien como el Padre Coró, alguien quien tiene a Dios como su guía, no así mismo. Alguien quien piensa en su prójimo y es feliz al ver prosperar a su semejante. Alguien quien ama a Dios, porque solo así podrá amar a quienes sirve.
El pueblo latinoamericano por siglos ha sido liderado de esta manera tan impúdica y pérfida, ahora en el siglo XXI, debe inducirse un cambio integral en la formación de líderes e instaurar un relevo generacional de individuos quienes crean que pueden servir a sus pueblos en el nombre de Dios, no de ellos, sino de Dios. Que en la víspera de sus ascensiones a servir públicamente dediquen su trabajo y vocación a formar un espíritu nacional consagrado al servicio de Dios, no mas al interés de los hombres y sus ideologías.
Solo así, se puede iniciar ahora una transformación auténtica, que haga posible al final del siglo satisfacer las expectativas que todos los siglos pasados atestados de lucha y esperanza del pueblo latinoamericano no han podido y con ello estos nuevos líderes de Dios, perpetúen el legado trascendental del líder del siglo XXI, e incida históricamente en establecer un orden político latinoamericano unánime, justo, equitativo y progresista.
La manera de vivir y liderar fue instaurada por Dios hace dos milenios, mas continúa siendo ignorada. No la ignoremos más.
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