Se ha dicho hasta la saciedad que para que el país progrese es necesario fortalecer la institucionalidad en todos los ámbitos, que las instituciones hagan lo que deben hacer y sigan las reglas que deben seguir, algo en lo que estamos mal desde hace tiempo.
Escrito por Rafael Castellanos / Columnista de La Prensa Grafica
Jueves, 15 octubre 2009 00:00
Los partidos, a la cabeza del acontecer político, reprueban con sus acciones y conducta en el tema institucional, y su actuar influye definitivamente en la institucionalidad de los órganos del Estado, pues de ellos provienen los funcionarios; aplica el refrán: “De tal palo, tal astilla”.
Si hay instancias que pueden tener un gran impacto en la nación al actuar institucionalmente, son precisamente los partidos políticos, que tienen con la ciudadanía la obligación de evolucionar hacia una mayor institucionalidad. El caso de los 12 diputados disidentes, rebeldes, o cualquier calificativo que se les ha aplicado, pone a prueba a ARENA. Si no lo enfrenta adecuadamente, disminuirá su calidad en ese rubro, y siendo el caso tan sonoro, puede fraccionarse definitivamente y reducirse de un partido poderoso a uno del pelotón.
La forma institucional de enfrentar este delicado problema no puede ser negociando bajo presión, con la pistola en la cabeza. Ahora ceden ante 12 diputados poco conocidos, después tendrían que ceder cada vez que a alguien se ponga en rebeldía. Ceder bajo esa emboscada fea y desleal, estratégicamente bien pensada por quien o quienes la hayan articulado, les haría perder el respeto del electorado. Enfrentarla adecuadamente, de manera institucional, con seriedad y firmeza, por el contrario, les ganará respeto.
La actitud serena del presidente del COENA, que tiene la experiencia de haber negociado la paz —infinitamente más compleja que este lío— está a favor de ARENA. Ojalá, por el bien de ellos y del país, logren solventar la peligrosa situación decorosamente, sabiendo que hay algunos rescatables y otros no.
Se ha escrito tanto de las motivaciones de los 12 que no añadimos nada nuevo, probablemente todas están ya mencionadas. Que el poder y prebendas que perdieron algunos al dejar de ser directores departamentales, que el ex presidente que los puso fraguó el complot para dividir y recuperar el control absoluto del partido o hacer otro; que el dinero con que se compran voluntades proviene o pasa por las manos de un empresario de oscura reputación vinculado al FMLN son solo algunas; hay otras peores que no vale la pena mencionar.
Pero independientemente de que las hipótesis sean ciertas, los 12 tienen un futuro incierto si se ponen a votar con el FMLN, separados de ARENA. Podrán tener beneficios temporales, pero se verán como vendidos; su reputación quedará definitiva y permanentemente dañada, especialmente con las reacciones rápidas de altos dirigentes del FMLN tratando de aprovecharlos. Si las razones fueran, como lo declaran, descontento con el manejo del partido —lo cual es normal— y mediante el diálogo se quedan adentro con dignidad, en vez de villanos traidores serían vistos como valientes, sensatos.
Al ex presidente Saca, a quien vinculan como instigador o muy cercano a estos diputados, le corresponde hacer una labor institucional y ayudar a desactivar, privadamente, la rebelión. Su prestigio y su futuro están más en juego que el de los 12 o el del presidente Cristiani. Habiendo demostrado ser un operador político muy hábil, no dudamos que eso hará, si es que no lo está haciendo.
En el FMLN habrían expulsado a todos, sin daños. Quizá ahora que uno de sus dirigentes máximos habla de un nuevo Chapultepec, como muestra de buena voluntad, puede aconsejarlos cómo actuar.
Lo mejor para ARENA no es expulsarlos si puede evitarse, pero si no, será más respetado aunque tenga costos de corto plazo.
Si hay instancias que pueden tener un gran impacto en la nación al actuar institucionalmente, son precisamente los partidos políticos, que tienen con la ciudadanía la obligación de evolucionar hacia una mayor institucionalidad. El caso de los 12 diputados disidentes, rebeldes, o cualquier calificativo que se les ha aplicado, pone a prueba a ARENA. Si no lo enfrenta adecuadamente, disminuirá su calidad en ese rubro, y siendo el caso tan sonoro, puede fraccionarse definitivamente y reducirse de un partido poderoso a uno del pelotón.
La forma institucional de enfrentar este delicado problema no puede ser negociando bajo presión, con la pistola en la cabeza. Ahora ceden ante 12 diputados poco conocidos, después tendrían que ceder cada vez que a alguien se ponga en rebeldía. Ceder bajo esa emboscada fea y desleal, estratégicamente bien pensada por quien o quienes la hayan articulado, les haría perder el respeto del electorado. Enfrentarla adecuadamente, de manera institucional, con seriedad y firmeza, por el contrario, les ganará respeto.
La actitud serena del presidente del COENA, que tiene la experiencia de haber negociado la paz —infinitamente más compleja que este lío— está a favor de ARENA. Ojalá, por el bien de ellos y del país, logren solventar la peligrosa situación decorosamente, sabiendo que hay algunos rescatables y otros no.
Se ha escrito tanto de las motivaciones de los 12 que no añadimos nada nuevo, probablemente todas están ya mencionadas. Que el poder y prebendas que perdieron algunos al dejar de ser directores departamentales, que el ex presidente que los puso fraguó el complot para dividir y recuperar el control absoluto del partido o hacer otro; que el dinero con que se compran voluntades proviene o pasa por las manos de un empresario de oscura reputación vinculado al FMLN son solo algunas; hay otras peores que no vale la pena mencionar.
Pero independientemente de que las hipótesis sean ciertas, los 12 tienen un futuro incierto si se ponen a votar con el FMLN, separados de ARENA. Podrán tener beneficios temporales, pero se verán como vendidos; su reputación quedará definitiva y permanentemente dañada, especialmente con las reacciones rápidas de altos dirigentes del FMLN tratando de aprovecharlos. Si las razones fueran, como lo declaran, descontento con el manejo del partido —lo cual es normal— y mediante el diálogo se quedan adentro con dignidad, en vez de villanos traidores serían vistos como valientes, sensatos.
Al ex presidente Saca, a quien vinculan como instigador o muy cercano a estos diputados, le corresponde hacer una labor institucional y ayudar a desactivar, privadamente, la rebelión. Su prestigio y su futuro están más en juego que el de los 12 o el del presidente Cristiani. Habiendo demostrado ser un operador político muy hábil, no dudamos que eso hará, si es que no lo está haciendo.
En el FMLN habrían expulsado a todos, sin daños. Quizá ahora que uno de sus dirigentes máximos habla de un nuevo Chapultepec, como muestra de buena voluntad, puede aconsejarlos cómo actuar.
Lo mejor para ARENA no es expulsarlos si puede evitarse, pero si no, será más respetado aunque tenga costos de corto plazo.
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